martes, 27 de abril de 2010

La autobiografía

La representación está en quiebra. Todos sabemos que aunque intentemos morder lo real, esa cosa se nos hace inaccesible. El hueco se hace evidente ¿Qué nos queda entonces?
Volvamos a pensar qué es lo biográfico, saquémonos un poco de la cabeza esa construcción de imagen de autor, esa idea representacional (atada a toda una hermenéutica literaria). Pensemos que algo de lo biográfico (lo realmente biográfico) queda impregnado en la sensibilidad que nos muestran las palabras. Pensemos que esa imagen de autor no es solamente una construcción, también es un escape, una vía de acceso de lo inaprensible a una realidad otra. La autobiografía procedería por un contagio de la sensibilidad del autor.
Héctor Libertella cifra en su nombre el misterio de ese contagio que tienen las palabras con la sensibilidad:
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"Darle nombre al producto, sí, hasta el punto de que el nombre crea el producto. En esos días yo leía aquel libro de John L. Austin que se llamá Cómo hacer cosas con palabras. Una vez le propuse a otro cliente hacer películas, cartones y spots sobre algo que no existía y debían inventar. Mi proyecto suponía una tarea ardua y costosa que hasta incluía focus groups y sondeos de mercado. No se animaron, pero me quedé pensando que la publicidad, que está al final del proceso, paradójicamente está al principio porque el diseño inventa al producto. Una forma brusca de invertir las relaciones entre ornato y soporte. (De esto, los fundamentalistas de la arquitectura saben mucho)."
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Esto lo escribe, paradójicamente, en su autobiografía. Es más, su autobiografía tiene de una manera tan grandilocuente la experiencia de este autor que casi no notamos sus anécdotas y se nos borran rápidamente después de haber leído el libro. Eso sí. Queda una arquitectura invisible e inconstante que se va transfigurando a medida que vamos leyendo, un suspiro, un hilo tensor que va rodeando las palabras de este escritor.
Quizás escribir una autobiografía sea la escritura más ardua, más inaccesible. Quizás creemos que nos estamos persiguiendo a nosotros mismos y encontramos al otro que vive en nosotros, ese que sólo se muestra a veces y nos deja anonadados.
Gombrowicz también veía en escribir un ejercicio en donde se ponía en juego no sólo un conjunto de palabras, también una sensibilidad:
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"ignoro cuál es mi forma, lo que soy, pero sufro cuando se me deforma. Así, pues, al menos sé lo que no soy. Mi 'yo' no es sino la voluntad de ser yo mismo."
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Quizás en otros andariveles que no sean las lecturas que se centran en las construcciones imaginarias y las lecturas de "sólo las palabras" se encuentre el entretejido sensible que las obras nos ofrecen. Esa variedad y quiebre de voces que constituyen LA voz de la literatura, ese sonido lejano, profundo e imperceptible que sólo se ve en la superficie de las palabras, en su pulso sensible.

martes, 13 de abril de 2010

La ironía contemporánea

Las pompas de los '90 me dan miedo: esa maquinaria patogénica de sensualidad, irreverencia, irrelevancia huelen a cierto espíritu adolescente que, con los años, me parece cada vez más irrisoria. ¿Cómo olvidarme del disparo que dejó a Cobain muerto después de esos últimos días de soledad?
El mito de los '90 asume el afán desesperado de desarticular todos los aspectos de las ciencias, de rearticular el juego del espectáculo bajo leyes más "modernas", sobrepasando así la modernidad. Por esos años, el goce inmediato se ponía a la orden del día y en todos lados se glorificaba la asunción de la hipercomunicación. ¿Qué nos dejaron?
Radiohead escribe en medio de los noventas:
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Fitter, happier, more productive,
comfortable,
not drinking too much,
regular exercise at the gym
(3 days a week),
getting on better with your associate employee contemporaries ,
at ease,
eating well
(no more microwave dinners and saturated fats),
a patient better driver,
a safer car
(baby smiling in back seat),
sleeping well
(no bad dreams),
no paranoia,
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estas frases se dicen, en la canción, a través de una voz de máquina, como si fuesen procedimientos a seguir por todos los seres humanos. Ser felices, sentirse bien: premisa incontrolable que reproducía en serie los pensamientos de pequeños y grandes consumidores. Sin embargo, tenemos que pensar que el efecto de esta canción se daba por su procedimiento irónico.
Radiohead, tanto como Pulp en su disco más oscuro This is hardcore, no estaban de acuerdo con esa máquinaría que reproducía personas felices, veían la falla, el punto de resquebrajamiento en ese sistema que, aún hoy, sigue trabajando como una fenomelogía, como una estética y como una política de las relaciones (todavía, en los cursos de recursos humanos, nos siguen vendiendo que la imagen lo es todo; dejando de lado así, como si fuese natural, a los feos por el simple hecho de ser "feos" naturalmente).
Podemos ver en estos artistas la semilla de un movimiento crítico que recién va a germinar después de la caída de las Torres Gemelas, cuando el "mundo de fiesta" de los '90 (pienso también en la novela de Daniel Link) se convierte en la paranoia generalizada que vivimos en estos tiempos. Movimiento crítico que no se dejaba ver por la luz cegadora de los medios masivos de comunicación, por la fiesta interminable del sexo o la sensualidad asegurada a cada paso.
La fiesta se convierte plan siniestro. Nakh Ab Ra, en el 2008, escribe:
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nada es tan malo si un todo conspira
la solafuerza del grifo que pierde
¿anunciante de la común muerte?
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La idea de una conspiración total, que sea entrevista sólo en sus partes, que no se presente sino que en el todo es quizás una de las posibles soluciones a la inseguridad (subjetiva, política, ecónomica, estética). Una totalidad que conspira en sus partes, que sólo puede ser vista cuando se rasga la realidad (siempre tan indeterminada) con el punzón de la ironía sincera, encontrando así el dolor más recóndito de nuestra alma.

sábado, 10 de abril de 2010

Modos de leer

Con mi aliado encontramos en las cartas de Tarot una gran motivación para aprehender pensamientos que nunca antes nos planteamos. Más que pensamientos concretos, símbolos inapelables encontramos un entramado de alegorías que remiten unas a otras sin fijar un punto central o neurálgico sino creando, en cada tirada, un nuevo campo alegórico.
No nos interesan las ciencias ocultas por ocultas, tampoco por su carácter mágico o iniciático. Nos interesa un modo de leer que se puede vislumbrar en las cartas de Tarot, en la astrología o en otras ciencias nómades. Esa forma de interrelación forma-materia que sucede en la fijación de la mirada en una alegoría, el deslizamiento, la aparición de otra alegoría, el desplazamiento, la aparición de otra alegoría, el deslizamiento y el deslinde final de todos esos devenires como una experiencia propia. Así, con mi aliado, vamos atravezando el mundo coagulando como fetichistas perversos y deslizando como esquizofrénicos surfistas.
Problema de la organización de las ciencias: Buscan fijar la atención en un problema específico, plantear una única dirección, un lineamiento. Hay, sin embargo, en el caso de la ley de termodinámica y de la teoría del caos, ciertos juegos lógicos interesantísimos.
Una de las leyes de la teoría del caos dice que para describir a la perfección un fenómeno y para decidir que ese fenómeno es completamente verdadero es necesario describir la totalidad de variables que conforman ese fenómeno. Esto nos llevaría a un hiperrealismo extremo, casi tan realista como el surrealismo (en mi cabeza reverbera "no todo es vigilia la de los ojos abiertos"). Según esta ley, en el caos no se fijarían variables sino que se agregarían variables a las variables, al infinito (sin remitirnos a la variabilidad de las variables también, proceso que complejizaría la cuestión). Algo así siente mi mamá cuando juega al Sudoku. Se pasa horas intentando descifrarlos. Los fotocopia para tener versiones anteriores, variaciones anteriores de su misma experiencia (como si las experiencias fuesen "reescribibles"). Mi mamá se fija que la posición de un pequeño elemento, elemento microscópico, el número; para que éste quepa en uno de los casilleros. Pero para que quepa, ese número debe estar interrelacionado con todos los otros números aún ausentes, para llegar a una totalidad. No es la totalidad ni lo minúsculo, es la convergencia de los dos en un movimiento de ojos de mi madre, en un movimiento del pensamiento que se ve, materialmente, cuando mueve el lapiz de manera horizontal o vertical para intentar conformar ese espacio todavía vaciado. Y si del vacío se trata, se trata también de la poesía, de Mallarmé, sobre todo. Con su tirada de dados (¡otro juego!) intenta dispersar las palabras por ahí para que el que quiera surfee como quiera por ellas, o se estanque en alguna y vuelva a empezar.
En definitiva, no hay definiciones. Pero con esto nos divertimos mi aliado y yo. Ese el modo en el que tiramos las cartas.

domingo, 4 de abril de 2010

Maquinarias contemporáneas

No dejan de sorprenderme "los avances de la ciencia" (como si se pudiese avanzar algo o a alguien...). Mientras millones de personas se mueren de hambre en el mundo, algunos científicos se emperran en demostrarnos que el mito de Big Bang (invención moderna del origen) es real; que es posible, mediante un choque de protones, lograr un germen de universo. Al mismo tiempo, encuentro en internet este video de TED donde la propuesta es convertir al cuerpo en máquina fotográfica, reloj, teléfono, hasta en proyector de videos gracias a una rara maquinaria que se cuelga en el cuello.
Estas inventivas, desafios casi de ciencia ficción, nos atraviesan en la contemporaneidad (Spielberg, el futuro llegó hace rato...). Pareciese que podemos jugar a ser dioses, robots, sanguijuelas, piedras o lo que sea. El desafio del humano no es más ser sí mismo sino transmutarse en cualquier ser producto de la imaginación. El mundo maravilloso que se creo en los noventas (marcado por la reflexión estética de absolutamente todo: eso demode llamado posmodernismo) da paso a una ciencia que se mueve en los lindes de lo fantástico. ¿Maximización virtual de la fe en lo científico?
Quizás, desde los lindes de los reinos, desde ese espacio estriado que reune naturaleza y tecnología podamos encontrar una virtualidad nueva: espacio dinámico que repruebe toda confirmación de los espacios virtuales que se quieren imponer como últimos y acabados, espacio nebuloso que maquinice el cuerpo sin subsumirlo a la maquinaria de la mercadotecnia. De esta manera, tanto el intento por justificar el origen (el Big Bang) como el sexto sentido maquínico serían desmoldados de su lugar, vueltos a una posición sin centro, sin justificación. Para ser simples, "nos encanta que traten de justificar el Big Bang pero si lo justifican, aún así, no es prueba suficiente para creer en él", "el sexto sentido puede ser utilizado más allá de la técnica de mercado" y muchas más formas de pensamiento que, de a poco, van a ir surgiendo (como voces en off, una multiplicando a la otra).